2.4.07


En el almacén de mantenimiento donde se guardaba el cloro de la piscina ponía sólo personal autorizado, pero ella trabajaba en la cafetería de aquel Hotel y se dió por autorizada más que nada porque le dió la gana.Llevaba toda la mañana soportando a aquellos imbéciles cuya única conversación se reducía en hablar de Valentino, su yate de lujo de 62 metros de eslora.Era inglés(lógico)..!!Qué se puede esperar de un País que se paraliza a las 5 de la tarde para hervir agua¡¡Luego estaba la rubia de treintaitantos que había aprobado la carrera con las rodillas más raspadas que los codos de tanto chupar y que no tenía muy claro quién le caia mejor si Dolce ó Gabbana.Y los peores de todos aquellos, eran esos dos, todo el día incordiando a la masajista tahilandesa para que les pusiera barro en sus cuerpos flácidos.Después de cada ducha habia tanto que se podrían haber hecho tres botijos.Así que cambió la garrafa de cloro por otro líquido tan jodidamente corrosivo que un tartamudo en llamas lo hubiera pronunciado perfectamente:áci-do sul-fú-ri-co.Así que esperó a la hora en que bajaban a la piscina a bañarse y cuando los vió llegar.. con una sonrisa de cinismo terminó de echar el ácido en el agua...

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